‘En una colección de narrativa rosarína no podía faltar Alma Maritano; de cuyo taller literario han salido gran parte de los escritores más destacados de Rosario en los últimos treinta años. Pero claro que no elegimos La Voz por el curriculum de la autora; la elegimos porque es esa clase de textos que los escritores llamamos monstruosos (animal textual inclasificable); a los que en otra época; con menos desarrollo crítico; se les llamaba antinovelas. Y eso; porque tiene tres protagonistas (Pina; Víctor y Malena); tres narradores; tres voces (1°; 2°y 3°); tres historias entrelazadas; eficientes intertextualidades; múltiples registros; fragmentación; coralidad; acción; introspección; los ritmos propios de una ópera; un bosque de sentidos; y todo con enorme expresividad; contundencia: lo ideal; existencial; erótico; dramático; mínimo; poético; trivial.
El lenguaje es exquisitamente literario; escogido; reescrito; lo que permite disfrutar de cada sintagma como de un hojaldre. Al mismo tiempo el relato está plagado de lengua viva; voraz; fresca. A eso debemos agregar el valor clásico del entretenimiento: La Voz captura; grita; susurra; excita; alarma; sosiega. Cuando Alma me preguntó qué me parecía; parafraseé (sin mérito; claro) la famosa anécdota de Arlt después de leer Tiempo de abrazar; de Onetti (prólogo de El juguete rabioso): – Kostía (apodo de Italo Constantini); ¿yo publiqué algo este año? -No; alemán; amagaste; pero todavía nada. -Bueno -dijo Arlt-; entonces ésta es la mejor novela del año.